Y es que, por desgracia, la cantera de aspirantes a asesinos sigue abierta. Una mezcla abducida e interesada de idealismo y odio empuja aún a muchos chavales, cada vez más jóvenes e inexpertos, a empuñar las armas. Pero ¿Saben bien a quien sirven?
Ayer mismo leía esto. Las negritas la he colocado yo.
En 2003, a partir de las declaraciones de un arrepentido Raffaele Sppinello, del clan Genovese, hegemónico en la ciudad y la provincia de Avellino, salió a la luz la noticia de la relación entre ETA y la Camorra. El clan Genovese es un aliado de los Cava de Quindici y de las familias casertanas. [...]
[...] Según las investigaciones de la fiscalía de Nápoles en 2003, dos etarras, los vascos José Miguel Arreta y Gracia Morillo Torres, se alojaron durante diez días en una suite de un hotel de Milán. Precio, itinerario, entrega: Se pusieron de acuerdo en todo. ETA enviaría cocaína a través de los militantes de la organización para recibir armas a cambio, reduciría constantemente el precio de la coca que se procuraba a través de sus contactos con los grupos guerrilleros colombianos y asumiría el coste y la responsabilidad del transporte de la mercancía hasta Italia: todo con tal de mantener relaciones con los cárteles de la Camorra, probablemente los únicos capaces de proporcionar arsenales enteros.
Roberto Saviano, Gomorra.
Cocaína, tráfico ilegal de armas -creadas en respetables empresas legales- y mafia. Un cóctel explosivo que obliga a reflexionar sobre si ETA, al margen o peor encima de sus escasos simpatizantes, es sólo un fin en sí mismo. Un títere que conviene mantener para garantizar grandes negocios a su costa
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No lo descartaría. A los traficantes de drogas y de armas, les encantan los negocios bañados en sangre.