Hola de nuevo a todas y todos. Ante esta espera tan larga como injustificada, creo que lo menos que merecen es una explicación.
Los que me conocen saben que suelo nadar a contracorriente. Sin embargo, esta dudosa cualidad nunca se ha puesto tan de manifiesto como ahora. Y es que mientras el mundo navega sobre una ola de crisis y catastrofismo, estoy pasando una de las etapas más felices de mi vida. Tanto que, cuando miro atrás, no puedo evitar el vértigo. Les cuento.
Hace poco más de dos meses y por culpa de las malditas arritmias me sentía un desecho terminal. La situación en verdad era difícil, incluso para un antidepresivo como yo. Y es que a una enfermedad que llegué a creer crónica se sumó una situación laboral muy preocupante, cuya fragilidad afectó incluso a la economía familiar.
Sin embargo, la vida puede cambiarte en 15 días.
Seguro que la total recuperación de mi dolencia me dio bríos renovados y además, por una vez los hados se aliaron conmigo. El caso es que en menos de un mes mis tensiones financieras desaparecieron de un plumazo –sin prostituirme ni atracar a nadie- y además había logrado cambiar –mejorando- de trabajo. Todo un hito esto último para un tipo de 47 tacos en estos tiempos de destrucción de empleo.
Les decía más arriba que nunca he sido sensible a la depresión. Es cierto. Soy la mala hierba y tengo la capacidad del Ave Fénix para renacer una y otra vez de mis cenizas. Pero reinventarse de nuevo, aunque sea para bien, deja cicatrices. Y exige renuncias. La más dolorosa ha sido mi blog. Ahora que vuelvo a estar integrado en una gran compañía todos mis esfuerzos y la mayoría de mi tiempo están dedicados a mi nueva actividad. Como debe SER.
No les voy a decir que cierro este blog. Me da demasiada pena. Pero de momento no puedo exigirme su actualización a un ritmo regular. Por tanto, no me despido de nadie y dejo en manos del destino saber buscar tiempo para dedicarme a él.
Agradezco de todo corazón su interés a todas y todos aquellos que han expresado su preocupación por mí persona en estos días. Para ellos y para el resto de amigos un beso, un abrazo, o ambas cosas, según gusten y siempre en la cantidad que deseen.
PD ¿Han adivinado en qué empresa trabajo? En el post aparece clarísimo pero quiero que lo descubran, je, je…
jueves, 29 de enero de 2009
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