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viernes, 4 de mayo de 2012

El grito de vergüenza de Munch


No hay cuadro que valga 91 millones de euros, por más que El Grito de Munch haya alcanzado esta cantidad en una subasta.. O dicho de otro modo, es absolutamente inmoral abonar semejante cifra por un lienzo, una escultura o la más sagrada reliquia. Aunque sea sublime. Es más, este mercantilismo obsceno acaba matando a la propia obra. Porque, aunque el arte es la expresión más elevada del ser humano, cuando el valor comercial acaba pesando más que el artístico, la esencia de lo que el artista expresa se diluye.

De la misma forma, en un mundo medianamente justo, nadie debería tener capacidad financiera para abonar una cifra así. Es obsceno. Ni tampoco derecho a secuestrar  obras que son patrimonio de la humanidad y que, en lugar de ser  admiradas por el público, acabarán encerradas en la fría cámara acorazada de algún banco suizo, entre impresionantes medidas de seguridad.

Si Edvard Munch levantara la cabeza y viera esto, seguro que gritaría: de vergüenza.

lunes, 6 de febrero de 2012

El arte de Antoni Tàpies

Ha muerto Tapies, quizá el artista que más he admirado en mi vida. Y es que se necesita tener arte, pero arte de cojones, para hacer las obras que hacía -un calcetín, una escoba, un brochazo mal dado...- forrarse con ellas vendiéndolas a precio de oro y además ser respetado.

Mi más sincera admiración -lo digo en serio- por ese pedazo de artista. Y si ante este comentario alguien se defiende diciendo que el público no es tonto, le diré que si, de remate, y el éxito de Tapies así lo atestigua. Eso sí, para arte fino, el de críticos y marchantes de arte, capaces de ensalzar trabajos como los de este hombre.

Lo dicho, maestro, tómate esto, allá donde estés, como el póstumo homenaje de un envidioso admirador. Te echaré de menos.