Lo que no me queda claro es si Ratzinger lanzó esa frase para criticar el fútil materialismo de lo terrenal o, pescando en río revuelto, aprovechó para publicitar el Vaticano como un valor seguro en estos tiempos de crisis.
Dando por sentado de que muchos de sus hijos más amados no pegan ojo estos días pensando que el estado sólo podría devolverles 40.000 o 100.000 euros por banco intervenido, me inclino por la segunda opción.
Y es que captar bienes materiales siempre ha sido uno de los principales objetivos de la iglesia católica. Lo aceptan todo. Desde el cepillo parroquial hasta cheques en mano, pasando por sacas de dinero negro o por las escrituras patrimoniales de cualquier ancianita rica aquejada de Alzheimer. Eso sí, suelen ser muy parcos con los intereses y en ocasiones -la mayoría- resulta imposible recuperar la inversión.
A la pobre gente de Afinsa o Fórum ya les engañaron mostrándoles estampitas como contravalor a su dinero. Fue una dolorosa lección para muchos. Pues bien, que piensen estos u otros ahorradores si la palabra de Dios será suficiente aval antes de soltar un euro. Por jodidos que estén los bancos.