Reconocerán que es curioso este viraje proteccionista a cargo del partido que abandera el ultraliberalismo económico en este país. Ellos mismos privatizaron Repsol y aun recordamos sus esfuerzos para dinamitar OPA de Gas Natural sobre Endesa, a la que preferían alemana antes que catalana.
Pero resulta aún más sorprendente el giro de nuestro gobierno, quien antes de ayer hablaba de gigantes energéticos españoles y ahora aplaude la toma de control de Repsol por parte de una compañía rusa.
¿Nos hemos vuelto locos, estamos ya en el “1984” de Orwel o el mundo anda del revés?
Pues no, simple interés. Al gobierno la entrada de los rusos le alivia un problemazo con Sacyr y eso basta para saltar por encima de su propia ideología. Y a la oposición le ocurre tres cuartos de lo mismo. Para torpedear al ejecutivo son capaces de quemar sus más profundas creencias.
¿El resultado? Entre los jaleos de una prensa vendida a aquellos a quien se deben y en medio de la demagogia política del “y tu más, pues anda que tú”, millones de ciudadanos pasmados.
Y es que los políticos nos toman por gilipollas. Saben que los ciudadanos hemos perdido el sentido crítico y apoyamos a una u otra formación con la misma pasión irracional del hincha de un club de fútbol: fe ciega en los colores y caña al rival. Sin importar el método o el discurso.
Yo, en este asunto de Lukoil, suscribo las palabras del PP. Y no porque lo diga Mariano -es más, creo que miente como un bellaco- sino porque soy un convencido de que los servicios públicos esenciales -agua, energía, transportes y grandes infraestructuras- exigen un control del gobierno, cuando no su intervención directa.
Si Ayer decir esto te acercaba al PSOE y hoy al PP. ¿que ocurrirá mañana? Solo los falsos dioses que inspiran a nuestros políticos lo saben, pero reconocerán que el asunto tiene bemoles.