A Aznar le pierde su exceso de celo. Eso y que es algo lento de reacciones.
Cuando Toni Blair y Georges Bush estaban ya hartos de reconocer que en Irak no había armas e destrucción masiva, Aznar las seguía buscando. Ahora, un año después de que el presidente de Estados Unidos admitiera, si bien a regañadientes, la importancia del cambio climático, Jose Mari aún lo niega y, evidenciando que solo es moderado cuando practica el ecologismo, pone a parir a quien piense lo contrario, tachándolo de inquisidor, mentiroso, integrista, comunista -que para él es un insulto- y enemigo de la libertad.
Con tal desfase, no me sorprendería que dentro de 7 u 8 meses Aznar nos deleite en algún foro empresarial con un discurso de defensa cerrada del ultraliberalismo, en el que critique ferozmente a aquellos países que intervienen en sus empresas.
Alguien debería ajustar el reloj a Jose Mari. De no ser así, cualquier día llega a la Casa Blanca y se muere del susto al encontrarse a un negro presidiendo la sala oval.