Cualquiera que esté un poco avisado de las tendencias que imperan dentro del look laboral, sabrá que en verano lo primero que hay que hacer es quitarse la corbata. Y no sólo por comodidad sino para no parecer un pringado, un vendedor a domicilio o un encargado de pompas fúnebres.
Pues bien, a José Bono no parecen hacer mella los modernos usos sociales y se escandaliza ante el pescuezo al natural de un ministro. Curiosa concepción de la elegancia para un heredero directo de las chaquetas de pana de Felipe González y supuesto integrante del colectivo de descamisados que pregonara Alfonso Guerra.
Lo que más me preocupa es que este gesto trascienda a la cuestión estética y sea una avanzadilla de las normas que José Bono podría imponer a sus señorías, desde la obligatoriedad de ir a misa los domingos hasta la revisión de policía en uñas y orejas.
Ante tal panorama, el Siglo de Las Luces se cree en la obligación de brindar un par de ideas para hacer más llevadera la canícula a nuestro representantes, sin que su atuendo provoque las iras del presidente del congreso. Observen las fotos y pongan acento francés:
La propuesta femenina mezcla la sobriedad de un atuendo basado en camisa y corbata con un toque de frescura muy femenina que ayudará a aliviar los calores a la ministras, aun a riesgo de elevar la temperatura corporal de sus compañeros de hemiciclo.
La propuesta masculina, claramente minimalista, prescinde de todo elemento superfluo y se centra en unos cómodos gayumbos de un elegante color negro, combinados con una pieza muy especial, que aúna en su diseño lo más bonito de una cruz y de una corbata; una prenda que a buen seguro hará las delicias de José Bono.