
Permítan que les describa una anécdota que me ocurrió en Nazaret.
Aquella mañana estaba releyendo “
el Péndulo de Foucoult” en el claustro del convento las
monjas negras francesas, donde estábamos alojados. De pronto fui abordado por un anciano árabe. El hombre lucía maneras educadas y llevaba una libreta bajo el brazo, cuyo contenido se empeñaba en mostrarme. Apenas si nos entendíamos y al principio creí que había caído en las redes de un vendedor. Pero a medida que el hombre me fue introduciendo en su relato, tuve
la extraña sensación de hallarme inmerso en uno de los pasajes del libro que estaba leyendo. Por un momento me sentí en la piel del editor
Belbo, juzgando la obra de uno de sus escritores novatos. Y es que el relato valía su peso en oro.
Según el autor, el
Anticristo andaba ya entre nosotros en aquel verano de 1992. Veía a través los ojos de
Bill Clinton y moraba en el cuerpo de
François Mitterrand. Apoyaba su tesis en una serie de complejos cálculos cabalísticos –recordemos que no era judío- mezclados con notas escritas en una pulcra caligrafía árabe. Pero la prueba definitiva se hallaba en la última página: Una conversión numérica del apellido
Mitterrand, cuya suma ofrecía el fatídico número:
666.
Crean que sentí lástima por aquel individuo cuando, en el margen de aquella misma página, me vi obligado a escribirle de forma correcta el nombre del entonces presidente francés. Y es que mi interlocutor había elaborado todas sus teorías a partir de la palabra
“M-I-T-E-R-R-A-H” cuando el nombre correcto era “
M-I-T-T-E-R-R-A-N-D”. Huelga decir que con la nueva acepción nada casaba. Todas sus cavilaciones acababan de irse al carajo.
Cuando lo vi desaparecer, cabizbajo y con su libreta asida al pecho cual si de una reliquia se tratara, supe que aquel tipo no tardaría mucho en encontrar algún sistema para que la ecuación cuadrara de nuevo. Y es que cuando alguien quiere demostrar algo lo demuestra y punto. El cómo es lo de menos. Y esta regla sirve para todo, ya se trate de evidenciar la presencia del Maligno o atribuir a
ETA los atentados del
11-M.
Hoy he sabido que según
investigaciones realizadas sobre el papiro oxyrhynchus 4499, considerado como la fuente más antigua del
Apocalipsis de San Juan, el número real de la Bestia no es el
666 sino el
616. Vaya putada para mi anónimo amigo, al que imagino en la obligación rehacer una vez más todo su trabajo para que vuelvan a encajar las jodidas cifras. Eso si ya ha aprendió a escribir “
Bush”.En fin, creo que los
Iron Maiden también tienen un problema. Y
Damien, una aguda crisis de personalidad.
Por otra parte… ¿Hay que fiarse del resto de la Biblia?