Añadir leyenda |
Como ya se han alzado demasiadas voces contra estas declaraciones , permítanme que me aparte de ellas. Incluso que defienda a doña Sofía. Y es que la entiendo muy bien.
Para cualquier rey o reina lo primero es cuidar de su cortijo. ¿Imaginan como reaccionarían los pocos monárquicos que aun quedan al saber a su príncipe felizmente casado con un bigotudo oficial de caballería? ¿Tendría Rouco cojones de oficiar la boda? ¿Dormiría Peñafiel intentando adivinar cual de los dos herederos muerde la almohada durante sus noches de amor? Y cuando llegara el día ¿Aceptaría Ansón ser súbdito de dos reinonas?
Pero es que además, debemos reconocer la autoridad de nuestra reina en estos temas. Sofía es griega, heredera una civilización que, en su mayor esplendor, hizo del amor viril un estilo de vida. Vamos, que los Pericles, Sófocles, Aristóteles, Pitágoras y demás sabios de la antigüedad gustaban tanto de dar por culo a sus semejantes -y recibir, se supone- que aun hoy, para muchos, “griego” significa algo más que un yogurt. Así que la cosa viene de antiguo y Sofía, aunque solo sea por formación sobre los usos y costumbres de su país, debe saber de este asunto bastante más que nosotros.
Por último, dado que nuestra reina tiene muy claro qué es y qué no es matrimonio, me gustaría preguntarle, desde la ingenuidad, el respeto y, sobre todo, sin citar a nadie:
¿Es matrimonio una unión en la que uno de los dos cónyuges luce unos cuernos proporcionales al empeño de quien los pone?
¿Es matrimonio la imposible convivencia de dos personas cuando uno de ellos envenena su cuerpo y su mente, por vicio o dependencia, con evidente perjuicio para su familia?
¿Es matrimonio católico, apostólico y romano la unión de un soltero y una divorciada, por más que oficie la ceremonia un obispo?
Si la respuesta a las 3 preguntas es SI, créanme, matrimonio puede ser cualquier cosa.