Primero, por qué no he salido antes del armario para mostrar mi propio rostro en esta página. A la vista está. Una vez dentro de un ropero, por grande que éste sea, concederán que no me es fácil sacar mi serrano cuerpo de él. Y no porque el flequillo impida la visión, precisamente.
Segundo, el temor a que la exposición pública de mi careto derive en efectos muy negativos para esta página: huida masiva de visitantes, caída del pagerank, expulsión fulminante de Technorati, desplome en Alexa y pérdida generalizada de enlaces.
Y tercero, sé que este testimonio confirma lo que muchos ya sospechaban: que creé “el siglo de las luces” con el único fin de acercarme a la fama y la celebridad.
Un riesgo que tiene grandes compensaciones, como cuando, para mi sorpresa, Josu Jon Imaz me confesó que conocía esta página, aportando datos precisos sobre la misma. Con todo lo que aquí se ha dicho y comentado en torno al nacionalismo, el conflicto vasco o ETA, este pequeño reconocimiento -amén de estimular mi ego, para qué negarlo- confirma la calidad de los “iluminados” visitantes de esta página, dispuestos a debatir a calzón quitado sobre temas tan sensibles -aunque alguno ande algo mosqueado estos días ;) - y sin pelos en la lengua.
Respecto a esos dos personajes que aparecen entre mi compañera de trabajo Clara -a la derecha- y yo, es evidente que se colaron en la foto para aprovechar nuestro tirón mediático.
PD. Las fotos corresponden a la entrega de los premios de la revista Cambio 16 de 2007, una publicación en la que colaboro, junto a otras, en la ardua tarea de aportar publicidad desde Catalunya. Así que si alguno de ustedes es un anunciante, ya sabe...
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