¡Mie caguën la leche, cómo ha cambiado el cuento!
Antes, lo que más lo que más te asustaba de la “trena” era acabar enculado o de encualdor, Pero ahora... ¡Para qué, si los funcionarios de prisiones ya te la comen!
Y es que, aunque no deja de ser una anécdota, de un tiempo a esta parte percibo una suerte de síndrome de Estocolmo entre nuestras fuerzas de seguridad y sus clientes. Un amor por el delito del que no escapa cuerpo alguno, ya sea local, autonómico o estatal. Sin salir de Catalunya, estos días hemos podido encontrar estas perlas:
- Apresados en Barcelona varios miembros del cuerpo superior de policía y de la guardia civil acusados de apropiarse de un cargamento de cocaína incautado en el Puerto de Barcelona y que, en teoría, debían custodiar.
- Detenido mosso d’Esquadra por chantajear a los clientes de un puticlub, a los que fotografiaba para más tarde pedirles dinero a cambio de no hacer públicas las fotos.
- Detenido el jefe de la policía local de Mataró por conducir con una tasa de alcohol en vena seis veces superior a la permitida.
Por ello me preocupa que el Partido Popular proponga 30.000 policías más. Una medida que se sitúa en la tónica de los pinos que piensa plantar y que también tiene su miga, ya que su aplicación supondrá contratar a más de veinte policías al día, de lunes a domingo, 365 días al año y durante 4 años.+.
Pues bien, si con los agentes que tenemos pasa lo que pasa y contando que un reclutamiento tan amplio no podrá hacer muy rigurosa la selección ¿qué se nos puede colar en las nuevas levas? Como para no salir de casa.