¿Alguna vez se han preguntado por qué mientras los telefilmes americanos se ambientan en Los Angeles, Boston, Dallas, Nueva York, Miami, Seatlle o San Francisco las series de ficción nacional tienen como único escenario Madrid?Se lo responderé rápido. Porque España sigue siendo un país de estructura básicamente centrípeta. En el imaginario de la mayoría de sus habitantes y diga lo que diga la Constitución,
nuestro país se percibe como una única provincia –con capital en Madrid- a cuyas periferias, agrupadas en autonomías, se ha dotado de mecanismos propios de gobierno que faciliten la labor del poder central. Eso y un poco de folclore.
Por ello, al escuchar a nuestros neocon exaltar el modelo americano, no puedo por menos que recordar la enorme distancia que nos separa de nuestros amigos yanquis.
¿Imaginan una España donde un mismo hecho pueda ser delito o no según la autonomía donde se cometa, aplicando códigos penales diferentes -incluso para legislar sobre la pena de muerte- ,
el programa educativo no sea común y cada gobierno regional diseñe y aplique su propio sistema impositivo? Algo impensable, ¿verdad? Por mucho menos, nuestra derecha –y buena parte de la izquierda- se echaría a la calle proclamando que España se rompe. Pues bien,
todo ello lo permite el modelo federal norteamericano, sin que hasta el momento la nación parezca correr riesgo de fractura.
Claro que para llegar ahí, Estados Unidos aplicó tras su guerra civil una política de cohesión inteligente, cosa que nosotros no hicimos –no pudimos- después de sufrir la nuestra.
Mientras Norteamérica diversificó sus estructuras de gobierno, financieras, culturales industriales y culturales por todo el país, aquí se tiende a aglutinar el máximo poder en el único punto que al parecer lo merece, la capital.
Si te gusta bien y si no eres un antipatriota.
Y sin embargo, mientras la identificación de los norteamericanos con su país es evidente, España, autonómica pero poco aglutinadora, ha fracasado. El patriotismo se ha convertido en una opción política, polarizada entre quienes lo abanderan y quienes huyen despavoridos de él. Una brecha que cada día más abierta.
El problema es que aquí queremos ser cosmopolitas sin renunciar al casticismo. [tags]USA,España,autonomia,federal,neocon,castizo[/tags]