Por lo demás, organizar los comicios el día que se honra a los Zapateros tiene su gracia, toda vez que esta medida es un torpedo en la línea de flotación del actual presidente.
Dando por hecho que los vascos pueden ser lo que quieran, la decisión de Ibarretxe me inquieta por dos motivos.
Primero: Me parece inaceptable dar un paso tan decisivo con una ETA activa y muchos de sus habitantes amenazados. Sencillamente no se dan las condiciones mínimas de libertad. Es necesaria la desaparición del terrorismo.
Segundo ¿A quien beneficiará tal ambiente de crispación a 6 meses de las elecciones generales? Sin duda al Partido Popular, que ya tiene la excusa perfecta para proclamarse adalid de la unidad de España frente al secesionismo de vascos, catalanes y de aquellos partidos culpables de la rotura de España. Argumentos que, no nos engañemos, tienen profundo calado en buena parte de la población.
¿Es consciente Ibarretxe de que esta actitud puede brindar el próximo gobierno al PP?
No lo duden. Ante el actual desgaste del PNV, manifestado en las urnas y en sus luchas internas, tener al frente del ejecutivo español a un “enemigo” cohesiona. Quizá tanto como para invocar a San Crispín, el maldito santo de la crispación, con el ardid de una rogativa que saben a día de hoy imposible.
Lo malo es que para que el PNV se arregle la barraca, nos pueden amargar al resto con 4 años de Rajoy. Al menos.
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