El Papa, esforzado por acercar cada vez más a sus fieles al cielo, crea una compañía aérea de bajo coste. La aerolínea, que sólo cuenta con tres aparatos, transportará peregrinos a lugares como Lourdes, Fátima, Santiago, Guadalupe o Jerusalén.En “la hoguera de las vanidades” el maestro
Tom Wolfe nos presentaba a
un judío neoyorquino que se había hecho rico a base de fletar vuelos baratos a nómadas musulmanes que deseaban viajar a La Meca. El hombre, consciente de la idiosincrasia de su público,
había acondicionado los aviones extrayendo los asientos. De esta forma los peregrinos viajaban junto a sus enseres –allí no se facturaba nada-, eran libres de embarcar sus cabras y ovejas y tenían espacio de sobras para arracimarse en círculos a la hora de comer y de dormir, como si estuvieran en la jaima.
Seguro que en el Vaticano -que ya han anunciado que decorará a sus aeroplanos con la leyenda “busco tu nombre, señor”- no precisarán tantas. Bastará con pequeños ajustes como
separar a hombres y mujeres tanto en cabina como en los aseos, a fin de evitar tentaciones tipo Emmanuelle. También sería oportuno
colocar los asientos en paralelo al fuselaje, al estilo de los aviones de combate, a fin de que las monjitas no entrechocaran sus gigantescas cofias Y ya puestos, no estaría de más crear una clase bussiness especialmente ancha, ya que de todos es sabido que
el perímetro de las panzas de cardenales y obispos supera de mucho a las de cualquier otro mortal.
Por último, las novicias azafatas podrían sustituir las instrucciones de emergencia por fervorosas plegarias y cambiar los folletos de seguridad por biblias. Y es que, si a pesar de acercarlos al cielo,
el avión decide regresar a tierra de forma precipitada en forma de una sonora castaña, no lo duden:
La Hostia será Santa.
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