Películas como Tesis o asesinato en 8 m/m descubrieron al gran público el universo de las snuff movies: películas clandestinas con supuestas grabaciones de torturas y asesinatos reales para uso y disfrute de un público especialmente degenerado.
Ni que decir tiene que tales aberraciones constituyen un grave delito que conlleva la cárcel a cuantos estén implicados en la filmación, distribución o tenencia de este material. Pues bien, domingo sí domingo no, asistimos a un espectáculo en el que un tipo, José Tomás, no conforme con asesinar a sablazos a un animal, parece dispuesto a inmolarse ante miles de personas por puro placer psicótico.
Lo más escandaloso es que semejante derroche de sangre no es ilegal. El público paga por verlo. Y al suicida, lejos de calificarlo como a un enfermo con claras tendencias autodestructivas se le considera un artista. Una leyenda incluso.
Semejante aberración demuestra que buena parte del público que asiste a las corridas de toros tiene bastante en común con el que consume las snuff movies. Y es que a esta gente, en el fondo, el toreo les importa una mierda. Lo que en verdad les pone es la sangre, el dolor, las vísceras y la muerte agónica sobre la arena.
Si es la del toro bien. Pero si es la del torero... ¡para c... vamos!
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