Tal como hice en el primer aniversario, les invito a que conozcan la trastienda de esta bitácora. A fin de cuentas, ustedes son parte imprescindible de ella.
Visitantes. El año 2007 vino marcado por el desastre de Lycos, quien me chuleó el dominio punto com y me obligó a reabrir “el siglo de las luces” como punto net empezando desde cero. Aun no he logrado alcanzar las cifras previas al desastre (7.000 visitantes únicos y 12.000 páginas al mes) pero, gracias a la ayuda de todos ustedes, me encuentro ya en los 5.000 y 9.000. Esto significa que cada día aparecen por aquí unas 200 personas distintas, de los que una cuarta parte son habituales y el resto nuevos.
Búsquedas. De todo. Por algún extraño motivo -mi pagerank es muy modesto- Google a veces sólo tarda unos pocos minutos en posicionarme las entradas de actualidad en el buscador. Algunas, como la del famoso camello de Badalona se mantuvieron en su momento por encima de los periódicos tradicionales, atrayendo a una legión de visitantes (más de 1000 en un día). Cada vez acceden más amigos desde Google images buscando fotos de Federico, Ramoncín, Rajoy o el namber uan... Nacho Vidal. Esta tontería de fotomontaje es un verdadero campeón a la hora de atraer visitantes (700 en 1 día sólo de Argentina) por lo que puedo afirmar que, sin necesidad de meneármela, consigo visitantes con la polla. (Si alguien no coge el chiste se lo explico después)
Placeres íntimos. Recibir un e-mail desde Chile solicitándome documentación sobre un artículo de Oriana Fallaci escrito en 1972 y que la visitante no logra encontrar, intentar echar una mano para abrir un blog y ver qué bien funciona, recibir testimonios de solidaridad por mi experiencia con Lycos, ser portada en menéame, la entrevista en Radio Andalucía, la tertulia en que algunos de los visitantes pudimos vernos las caras o saber que uno de mis textos se usa en un centro de idiomas adscrito a una importante universidad norteamericana para sus exámenes de español a nivel experto, son sólo algunos de los pequeños placeres que debo a esta bitácora.
Pero, sin duda, el principal privilegio es contar cada día con su presencia, sabiendo además que pueden ponerme los cuernos cuando quieran. Son ustedes los mejores.
Por último, para que conozcan desde donde se crean las tonterías que cada día leen, les regalo una imagen de mi caótico centro de operaciones. Les invito a que amplíen la foto haciendo clic sobre ella y se recreen en los cachivaches -algunos bastante insólitos y no todos míos- que me acompañan. No se corten en comentar sobre lo que vean y si quieren regalarme alguno nuevo, ya saben.