Aunque podría pensarse que a los chicos de Rajoy se les ha ido un poco la mano a la hora de prometer, una lectura atenta de sus postulados revela que estas medidas sólo darán satisfacción a los votantes más entregados al PP. Y es que, a la postre, la receta sigue siendo la de siempre. Veamos:
Con los nacionalismos desafectos, Rajoy no tendrá clemencia. Collejón a las alegrías idiomáticas y trancazo al autogobierno. Cambiando incluso la Carta Magna -¿el PP tocando la Constitución?- a fin de dejar clarito que en España solo hay una nación, la de ellos, y de paso acabar con “la subasta de transferencias que está llevando al desmantelamiento del Estado”. Cabe suponer que Valencia o Murcia estarán excluidas de estas normas.
Liquidados los antiespañoles, el siguiente paso es aplicarse al enemigo interno. Y como los del PP están hartos de que en el patio ningún partido les “ajunte”, prepara unos arreglillos en la ley electoral que les permita gobernar sin tanto “chalaneo” -la palabra que usa Rajoy para hablar de pactos-.
Y llegamos por fin a la reforma del IRPF, un impuesto que pretenden eliminar a quienes declaren rentas inferiores a 16.000 euros. Y subrayo lo de “que declaren” pues esta medida favorecerá sobre todo a autónomos, profesionales liberales pequeños empresarios y defraudadores en general que, no contentos con esconder al fisco la gran mayoría de lo que ganan -“¿Factura?, ¿Y eso que es, jefe?”- , aún pagarán menos o no pagarán por lo poco que declaran. Para un asalariado con un sueldo bruto inferior a 16.000 euros, la rebaja será inapreciable.
En definitiva, un programa pensando en ellos y para ellos. El resto, si nos preguntamos qué inversiones recortarán para compensar la reducción de impuestos, -¿Sanidad, educación...? nos echamos a temblar.
Y en Catalunya, entiéndanlo, aún más.
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