Y digo yo, si tan a gusto está el monarca en tierras de África, si tanto lo quieren allí sus súbditos y tanta falta hace en esa zona ¿por qué no instala su corte a Ceuta o Melilla? Podríamos arreglar una fórmula de consenso y nombrarlo sultán, o califa.
Imaginen, todo serían ventajas. A los que queman sus fotos o publican viñetas indecentes se les podría aplicar la sharia y además se frenaría la inmigración, puesto que para ingresar en una remozada guardia mora ya no habría que cruzar el estrecho.
En definitiva, unos estarían encantados de tener al rey tan cerca y otros de trasladarlo tan lejos. Todos felices. O casi
Porque resulta increíble que las críticas más aceradas a la visita real partan de aquellos que sacaron pecho ante la gesta heroica de la toma del islote de Perejil. Pensadores de la talla de Agapito Maestre, quien considera que Juan Carlos I actúa –por gusto- bajo las órdenes de Zapatero para reforzar el patrioterismo del PSOE aún a costa de provocar un conflicto con Marruecos. Como diría el autor intelectual de Perejil “¡Manda huevos!”.
Y entretanto, Moratinos escuchando a mi admirado Lebrijano en tierra mora, demostrando que nuestro ministro sí que sabe, no solo de música, sino de puentes culturales. Les dejo con esta joya: ecos de jota, voz flamenca, pop y música andalusí en árabe y castellano. ¿Se liaría algo en el concierto?
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