Vuelven a quemar estampas de la casa real en Girona, entre gritos contra los Borbones y vivas a Terra LLiure. (La Vanguardia) Demos por sentado que
prender fuego a retratos de personas es un acto grosero y de mal gusto,
más propio de la Inquisición que de una sociedad moderna. Y reconozcamos que alabar a Terra Lliure es reivindicar a una banda terrorista, por más chapuza que fuera. Sin embargo,
los gritos a Terra Lliure van a salir menos caros a estos tipos que sus ultrajes a la monarquía. ¿Tiene lógica ir a la cárcel por una falta así? ¿Tan importante es aún la realeza?
Como no conozco a ningún monárquico que arroje luz sobre mis dudas, he reflexionado a fin de dilucidar
para qué sirve un Rey en pleno siglo XXI.Hubo un tiempo en que la figura del monarca articulaba una nación, un reino.
A cambio, ser rey era un chollo. Vivías lleno de lujos, manejabas “pasta” por un tubo, comías de puta madre y follabas con quien querías. Como ahora, más o menos, lo que explica la renuencia de las actuales casas reales a abandonar el trono. Sin embargo,
tales privilegios conllevaban una serie de responsabilidades, engorrosas unas y de alto riesgo otras, que, a diferencia de nuestra plácida realeza, podían amargar la vida del monarca.
De entrada,
el rey era guerrero y solía capitanear sus huestes cada vez que había una guerra. Peligro doble aquí, ya que tanto podías morir asaeteado por un enemigo como corneado por una reina habilidosa durante las largas ausencias.
A los reyes de hoy ni se les pasa por la cabeza abandonar temporalmente su glamurosa vida para partirse el culo en Irak o Afganistán, pese a que todos tienen formación militar.
Los antiguos reyes no tenían otra forma de mantenerse en el trono que asesinando a rivales y presuntos usurpadores, los cuales solían coincidir con padres, hijos, hermanos o tíos carnales. La historia de cualquier monarquía está forjada a base de puñal y arsénico.
Un estrés que no sufren nuestros regios actuales, quienes tampoco podrían envenenar a gusto a sus semejantes sin exponerse a la prensa del corazón y el "tomate".
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Por último, los reyes no eran libres de sus propios actos. Se casaban por intereses para afianzar, defender o ampliar su reino y poco importaba que la consorte fuera más fea que Picio, un bebé o un vejestorio.
Hoy los reyes desposan con quien les rota, demostrando que eso de afianzar la monarquía les importa un huevo, que lo suyo es obrar como un plebeyo pero con los privilegios de un rey. Y tiene lógica que elijan bien su pareja pues, a diferencia de sus antepasados, ya no lo tienen tan fácil para follar con quien quieran, por aquello del "tomate".
En conclusión, nos encontramos con unos monarcas heredados de esquemas políticos más que superados y que ya no ejercen sus funciones históricas porque no pueden, no quieren o no les dejamos.
Ante tal panorama
¿realmente nos sirven de algo?[tags]monarquia,rey,realeza,quema,Terra lliure,Girona[/tags]