¿Me creerán si les digo que veo muchos puntos oscuros en relación a esta matanza?
- Como por ejemplo que los servicios de seguridad hayan tardado casi dos días en descubrir la identidad del criminal, cuando éste dejó gran cantidad de testimonios.
- O que, una vez aclarado su nombre, todos parezcan conocer de antiguo el perfil psicópata del individuo.
- O que los propios medios que comunicación que –por sorpresa y a posteriori, como puestos a propósito- han recibido textos, fotos y vídeos del criminal, desconfíen de su autenticidad. Algunas sombras de esta imagen –fíjense en la pistola izquierda- son, cuando menos, sospechosas.
- Y sobre todo, que el asesino parezca escogido. No es blanco –imaginen el sofoco- pero tampoco negro o hispano, las etnias mayoritarias en el país. Tampoco es oriundo de ninguna de las grandes potencias emergentes. Un tipo solitario y desconectado de los muchos movimientos violentos que pululan en ese país.
Dicho esto ¿Compartirían ustedes mis dudas? ¿O pensarán que este comentario es amoral y que, por mero respeto a las víctimas y a sus familiares, debería callarme al menos hasta tener pruebas irrefutables de que lo que digo es cierto?
Si además les confesara que el único motivo que me ha animado a escribir este artículo es intentar captar nuevos visitantes, a buen seguro me tildarían de miserable.
Pues bien, aquí hemos padecido algo similar a costa del 11-M y ahí siguen sus impulsores, tan frescos. Como si no hubiera pasado nada.
¿Pagarán un día ante los tribunales tanta ignonimia?
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