A toda persona decente se le revuelve el estómago al saber que un tipo que ha asesinado a más de 20 personas pueda estar en la calle.
La culpa no es ni de políticos ni de magistrados sino de nuestro propio ordenamiento jurídico. Y la ley debe ser aplicada para todos, por indeseables que sean los beneficiarios.
Cuando ampliaron la condena a de Juana, una parte de mí se alegró.
Aquella sentencia hacía aguas por todos lados. Es totalmente injusta y carga de argumentos de razón a los abertzales.
La enfermedad de Iñaki De Juana Chaos se ha convertido en una cuestión política que exige mucho tacto.
El estado de salud de De Juana se debe a una voluntad propia y no a una enfermedad natural. Existe además el riesgo de que muchos otros presos –y no solo de ETA- imiten su actitud para obtener beneficios.
Sería partidario de otorgarle la libertad condicional tutelada por motivos humanitarios. La nobleza de un estado democrático tiene que estar por encima de la de los terroristas.
Él no dio opción alguna a sus víctimas. Si fuera familiar de alguno de los asesinados por este tipo, desearía de todo corazón que se pudriese en la cárcel… y no me llevaría ningún disgusto si un día apareciera ahorcado o con un tiro en la cabeza.
Como ven, contradicciones puras y duras. Quiero creer que no soy el único.
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