El Banco Mundial y el día de los inocentes

El Banco Mundial prevé que los países pobres liderarán el crecimiento hasta el 2030. Y crean que no es una inocentada.

Sin apenas ruborizarse, los autores del informe “Perspectivas Globales 2007” consideran que la extensión global del capitalismo ya ha sido beneficiosa para los países en desarrollo y auguran que aún dará más frutos en los próximos años. Según el estudio, en 2030 se podría reducir a la mitad la pobreza y multiplicar por 3 las clases medias en los países menos favorecidos.

¿A que no lo imaginaban? ¡El tercer mundo es un chollo y nosotros sin saberlo! ¿Serán conscientes los que cada día emigran a Occidente de que están dejando atrás el edén de las futuras clases medias? ¡Si es que entran ganas de coger una patera e intentar alcanzar como sea esas tierras de oportunidades!

El problema llega cuando toca escoger país. O continente. África se hunde en su propia miseria y buena parte de América Latina –la que aplicó más a rajatabla las teorías ultraliberales- ha visto sus recursos esquilmados y su población empobrecida, para gloria de globalizadores y corruptos. Respecto a Asia, el crecimiento en La India y -sobretodo- China, tiene bien poco que ver con las recetas del Banco Mundial.

Así que, amigos míos, olvídense de emigrar y no hagan caso a esa panda de hipócritas. Los pulcros muchachos del Banco Mundial mienten como bellacos, no hacen caso más que a quienes se deben –multinacionales- y la miseria ajena les importa una mierda.

Descubren que el 666 no es el número de la Bestia, sino el 616

Permítan que les describa una anécdota que me ocurrió en Nazaret.

Aquella mañana estaba releyendo “el Péndulo de Foucoult” en el claustro del convento las monjas negras francesas, donde estábamos alojados. De pronto fui abordado por un anciano árabe. El hombre lucía maneras educadas y llevaba una libreta bajo el brazo, cuyo contenido se empeñaba en mostrarme. Apenas si nos entendíamos y al principio creí que había caído en las redes de un vendedor. Pero a medida que el hombre me fue introduciendo en su relato, tuve la extraña sensación de hallarme inmerso en uno de los pasajes del libro que estaba leyendo. Por un momento me sentí en la piel del editor Belbo, juzgando la obra de uno de sus escritores novatos. Y es que el relato valía su peso en oro.

Según el autor, el Anticristo andaba ya entre nosotros en aquel verano de 1992. Veía a través los ojos de Bill Clinton y moraba en el cuerpo de François Mitterrand. Apoyaba su tesis en una serie de complejos cálculos cabalísticos –recordemos que no era judío- mezclados con notas escritas en una pulcra caligrafía árabe. Pero la prueba definitiva se hallaba en la última página: Una conversión numérica del apellido Mitterrand, cuya suma ofrecía el fatídico número: 666.

Crean que sentí lástima por aquel individuo cuando, en el margen de aquella misma página, me vi obligado a escribirle de forma correcta el nombre del entonces presidente francés. Y es que mi interlocutor había elaborado todas sus teorías a partir de la palabra “M-I-T-E-R-R-A-H” cuando el nombre correcto era “M-I-T-T-E-R-R-A-N-D”. Huelga decir que con la nueva acepción nada casaba. Todas sus cavilaciones acababan de irse al carajo.

Cuando lo vi desaparecer, cabizbajo y con su libreta asida al pecho cual si de una reliquia se tratara, supe que aquel tipo no tardaría mucho en encontrar algún sistema para que la ecuación cuadrara de nuevo. Y es que cuando alguien quiere demostrar algo lo demuestra y punto. El cómo es lo de menos. Y esta regla sirve para todo, ya se trate de evidenciar la presencia del Maligno o atribuir a ETA los atentados del 11-M.

Hoy he sabido que según investigaciones realizadas sobre el papiro oxyrhynchus 4499, considerado como la fuente más antigua del Apocalipsis de San Juan, el número real de la Bestia no es el 666 sino el 616. Vaya putada para mi anónimo amigo, al que imagino en la obligación rehacer una vez más todo su trabajo para que vuelvan a encajar las jodidas cifras. Eso si ya ha aprendió a escribir “Bush”.

En fin, creo que los Iron Maiden también tienen un problema. Y Damien, una aguda crisis de personalidad.
Por otra parte… ¿Hay que fiarse del resto de la Biblia?

El brindis de las hienas

2006 no ha sido un año de demasiadas alegrías. Claro que habrá quien estará especialmente contento el día de hoy: Federico Jiménez Losantos, Arnaldo Otegui, Ángel Acebes, Josu Ternera, Francisco Jose Alcaraz, Jone Goirizelaia, Antonio María Rouco Varela, Joseba Permach, César Vidal,  Iñaki de Juana Chaos, monseñor Cañizares, Jon Bienzobas, Pío Moa, Díez Usabiaga e incluso Rosa Díez, por citar solo a unos pocos.

Entre todos han logrado su principal objetivo: destrozar el proceso de paz. Todo un éxito para las alimañas. Y es que las hienas necesitan muertos para subsistir.
Los imagino esta noche, reunidos en sus madrigueras y riendo con su histriónico rugido, mientras brindan con algo que sólo de lejos parece un bloody mary.

Para el resto, que por fortuna somos la inmensa mayoría, el Siglo de las Luces les desea un 2007 mucho mejor que el año que ahora acaba.

Araceli Carvajal Otero

¿Cómo lograrían ustedes que más de 50 plantas de especies diferentes crecieran y florecieran en un balcón de 5 m2?

A partir de hoy les será imposible. Hasta ayer solo había una solución. Dejar que Araceli, mi madre, se ocupara de ellas.

Porque mi mama -así, sin acento- tenía el secreto de la vida en las manos, y sus finos dedos trasmitían el amor por las pequeñas cosas. Su mundo también era diminuto: su marido, los hijos de su alma y el resto de su amplia familia. Un pequeño jardín de seres queridos a los que, como a sus plantas, siempre cuidó para que cada día fuéramos un poquito más felices.

Y en ese mimo mi madre desgastó su vida, en base a una letanía de dolencias que, de forma tan implacable como injusta, la han atormentado durante los últimos veinte años de su vida.

Hoy, al observarla rodeada de esas flores que tanto amaba, la he visto por fin reposar en paz.

Descansa, mama. Te lo mereces; aunque a los tuyos se nos desgarre el alma.

¿Feliz navidad?

Durante estos días la el Siglo de las Luces  se actualizará con una regularidad inferior a la habitual. Un triste suceso de carácter personal me obliga a ello.

Y es, que, por desgracia, las navidades no siempre son felices. Espero de todo corazón que ustedes sí las puedan disfrutar.

Saludos

Ciutadans y el coche fantástico.

Asignan a Albert Ribera el coche oficial que usó Carod Rovira en la pasada legislatura.

Según ha podido saber El Siglo de las Luces, la primera medida que ha tomado el líder de Ciutadans con su nada flamante vehículo ha sido cambiarle el equipo de música, ya que el aparato original se niega en redondo a sintonizar  la COPE o Radio Marca. Es más, cada vez que el ex miembro del PP intenta escuchar a su admirado Federico, el autoradio dispara a todo volumen un mp3 no desprogramable de “els segadors”.

Otra de las peculiaridades del vehículo se esconde en el piloto automático. Por lo visto, en cuanto el coche detecta una autopista se lanza a toda leche en dirección a Perpignan, sin que nada ni nadie pueda frenarlo. Tres veces ha acabado Abert en un zulo deshabitado y una más estuvo a punto de plantare en mitad de las negociaciones de Zapatero y ETA.

Por último, hasta el navegador parece tener problemas, ya que no reconoce vías populares de Barcelona como la plaza Calvo Sotelo, el paseo del General Mola o la avenida del Generalísimo, para desesperación de los amigos de Boadella.

El caso es que la dirección de Ciutadans ha planteado un buen “tuneado” del coche a fin de adecuarlo a la nueva personalidad de su propietario. Quizá la imagen adjunta sirva de modelo.

 

Violencia escolar

Antes los niños nos pegábamos. En el colegio y fuera de las aulas. En rencillas individuales o colectivas, uno contra todos (mierda para todos) todos contra uno (mierda para cada uno) clase contra clase o calle contra calle. No recuerdo uno solo de mis amigos de infancia con quien no me haya dado de leches alguna vez.

De aquellos tiempos retengo tres imágenes.

Una de ellas me transporta a unas galerías comerciales abandonadas, que ejercían como improvisado ring para dirimir disputas en cuanto acababan las clases. La estampa, una foto en blanco y negro con grano grueso, muestra a decenas de chavales conformando un amplio círculo en cuyo interior los contendientes luchan por defender su orgullo ante el resto de mirones.

Otra imagen me devuelve a mi Calle, esa calle primordial en la que pasé mi infancia. Un muchacho me estaba zurrando de lo lindo y mi madre, que andaba haciendo la compra, nos vio. ¡Qué hostia se llevó el pobre crío y qué vergüenza pasé yo! ¡Qué descrédito!

Por último, recuerdo a un chaval sangrando con profusión a través de una brecha abierta junto a su ojo derecho, como consecuencia del golpe infortunado que le propiné. La cara teñida de rojo y gritos de puro miedo. Horrorizado, en aquel momento supe que ya no éramos críos y que el juego de las peleas había acabado.

¿builling? No me vengan con pamplinas. Hoy recuerdo con nostalgia aquellos años y no cambiaría nada de lo que viví, ni una sola aquellas inocentes –hoy lo sé- hostias recibidas. Solo pido disculpas por las pocas que arreé.

Pues bien, cuando leo ahora las últimas noticias sobre violencia escolar, crean que me estremezco ante el mero pensamiento de que alguien, aunque sea un mocoso de 6 años, pueda hacerle cualquier mal a mi pequeña.

Y es que el ser humano se fabrica a sí mismo en base a sus contradicciones.