Hay quien definió a Clos como un político tan poco dotado para sus quehaceres como Maragall pero sin la chispa de genialidad y el carisma del ya casi ex-president de la Generalitat. Una pera en dulce, vamos. Lo curioso es que esta visión no solo es compartida por la oposición del ayuntamiento de Barcelona sino por buena parte de la cúpula del Partit dels Socialistes de Catalunya.
Por ello resulta asombroso que este hombre, cuyo mayor logro al frente del consistorio de la Ciudad Condal ha sido recortar, comicio tras comicio, la ventaja que separaba al PSC de la oposición, sea premiado con una cartera ministerial.
Desconocemos su preparación en Industria, aunque la supongamos no muy superior a la de Turismo y nos da miedo pensar qué puede hacer para dinamizar el Comercio, habida cuenta de los resultados económicos del Forum.
Pero sobre todo nos subleva que retiren a un alcalde en pleno ejercicio de sus funciones.
Verán, el alcalde quizá sea la figura política más próxima al ciudadano, aquella en la que se vota a la persona, aún a pesar de las siglas a las que pertenezca. Suplantarlo a mitad de legislatura nos parece sencillamente inmoral.
Su sustituto, Jordi Hereu, ( el primogénito heredero en catalán) es un perfecto desconocido al que, sin que nadie lo haya elegido, los hados han puesto al frente de una de las ciudades más importantes de Europa. Así, por el morro, sin que sepamos si la suerte le ha sonreído por su capacidad de gestión o porque ha sabido “trabajarse” los pasillos mejor que sus competidores, al más puro estilo Montilla.
¡Queremos listas abiertas ya! Al menos en las municipales.
Pd: Lo siento, sabemos que es sesgado, pero no podemos disociar la imagen de Clos de la del personaje de “La aventura del tocador de señoras”, aunque Eduardo Mendoza nunca lo reconocerá.