Hace 15 días, la viñeta de Romeu aparecida en “El Pais” que ahora ilustra este artículo mereció airadas protestas por parte de la federación de entidades judías de España y del embajador de Israel. En éstas críticas comparaban la tira con la propaganda de Goebbels, tildaban al diario de fanzine neonazi y acusaban de antisemita no solo el contenido sino a la propia caricatura en sí, ya que presentaba al judío “como un religioso ultraortodoxo (Con kipah y tirabuzones)".
Pues bien, si confrontamos esta noticia con la que abre la entrada y cuyo contenido recomiendo encarecidamente, cabría preguntarse cómo es posible que quienes se rasgan las vestiduras por una viñeta callen ante tales atrocidades. Y que además tengan la desfachatez de defender su enroque tachando de antisemita a todo aquel que no les de la razón en sus sistemáticos atropellos.
Bajo esa tesis, antisemita puede resultar cualquiera: usted, su vecino, la organización Breaking of Silence -por más israelí que sea- y hasta los propios soldados hebreos que han denunciado las matanzas.
¿Toleran ustedes este insulto? Yo no, desde luego, y mucho menos de quien prostituye las desgracias sufridas por sus antepasados par usarlas como patente de corso ante sus propias barbaries. No se puede llorar los progroms de Berlín y aplaudir los de Gaza. Ni permitir que nadie, sea del pueblo, raza o religión que sea, aplique a su antojo la ley del talión y arranque mil ojos por cada uno que pierda.
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