Uno de los efectos evidentes de adentrarse en las plataformas participativas de Internet -blogs, redes sociales...- es que acabas entablando amistad con personas a las que sólo conoces en el ciberespacio. Y el hecho de que jamás hayas hablado con ellas de viva voz, o que nunca las hayas visto, no impide que acabes sintiendo verdadero aprecio por ellas.
La semana pasada se me fue una de estas personas con la que, durante bastante tiempo, compartí aventuras blogueras. En su caso sí tuve el placer de conocerla hace un par de años, cuando se debatía ferozmente con su enfermedad. He dado el pésame a su familia a través de Facebook. Y aunque suene muy frío, puedo asegurar que sentí la emoción cada una de las de su hija al responderme y que, por muy virtual que fuera nuestra relación, el hueco que mi amiga ha dejado será irremplazable.
Quizá el concepto de ciberespacio no sea muy diferente al lugar donde ahora está. Descansa en pau, Papallona.
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