¿Nadie piensa en el trauma que semejante transformación va a suponerle al pobre can? ¿En la vergüenza que el bicho pasará cada vez que los saquen de paseo? ¿En las bromas que va a tener que aguantar de otros chuchos? ¿En el cachondeo que los gatos del barrio que se montarán a su costa?
Que nadie se extrañe luego si oímos hablar de perros psicópatas. Ante un caso de humillación así, contando que un perro lo tiene difícil para tirarse a la bebida, lo normal es que se convierta en una fiera asesina. O eso debería, al menos.
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