martes, 13 de junio de 2006

Los que no fuimos a pitar


Diez jóvenes protestan ante un hotel de Mataró en cuyo interior se celebraba un acto del PP con Angel Acebes.

Voy a confesarles un secreto.

Por más pasión que le pongo soy un desastre tocando la guitarra. Y aun resulto peor cantante, un espanto de voz. El problema es que me encanta la música y creo tener un gusto exquisito para ella.

Eso sí, consciente de mis limitaciones, raras veces he actuado en público y cuando lo he hecho ha sido ante aforos muy reducidos. La reacción del público gravitó siempre entre la perplejidad, la chanza y el insulto. Les comprendo. Y doy por hecho que cuanto mayor fuera el número de congregados más posibilidades tendría de que muchas personas me recordaran a voz en grito lo malo que soy. Si además, mis conciertos estuvieran precedidos de una feroz campaña por parte de unos medios afines en la que recordara a la gente que no tiene ni puta idea de música y que mis canciones son lo único salvable de la escena patria... Imagínense las reacciones ante mis desgarrados berridos y mis hirientes acordes. De correrme a hostias, vamos.

Ante tal panorama solo caben dos opciones.

Una es un retiro honroso a mis cuarteles de invierno, en busca de un público dispuesto a pelotearme aunque para hacerlo deba ponerse tapones en los oidos. Mis incondicionales, vamos, mi familia. Otra es persistir en tocar los cojones a la gente para, a continuación, llorar mi incomprensión ante los medios de comunicación citados, aducirendo que existe una campaña orquestada por mis enemigos, o sea, cualquier ser humano que no padezca sordera. Naturalmente los abucheos del respetable serían agresiones y claras coacciones a mi libertad de expresión.

Algunos tiran por esta segunda vía. Ramoncin es un claro ejemplo de ello pero, para no alejarnos de la línea editorial de "EL SIglo de las Luces" hablaremos del uso que de esta ténica hacen algunos politicos y sus formaciones.

Ciutadans de Catalunya es un permanente provocador de agravios. Poco puedo añadir a lo que ya dije en mi reciente entrada sobre ellos. Ahora el PP está utilizando esta misma estrategia de povocar pollos para luego presentarse como mártires ante sus incondicionales, por parte de un pueblo catalán perverso y reaccionario.

Existe calculada premeditación a la hora de buscar estos enfrentamientos. Al contrario de lo que suele ser habitual en esta formación, estan desarrollando su campaña en locales muy pequeños y en pueblos del extraradio barcelonés rigurosamente escogidos, pues aunan tanto una fuerte inmigración como un importante sustrato nacionalista. Feudeos del PSC y Esquerra, para entendernos.

En el acto de esta tarde en Mataró había más periodistas y policías que público - a éstos les han avisado de un cambio de ubicacion del miting llamandoles teléfono, así que calculen su número- y solo una decena de increpadores que:
- No han reventado el acto, el cual ha podido celebrarse con plena normalidad
- No han agredido a nadie.

El derecho al abucheo es incuestionable. Este gesto pacífico de rechazo es el regalo más prudente con que se puede obsequiar a alguien que agrede tus oidos -como menda y su guitarra- y el acto más cívico con que la ciudadanía catalana puede mostrar su disconformidad ante unos líderes de opinión xenófobos que han insultado, mentido y atacado de forma contumaz a esta tierra y a sus ciudadanos.

Que solo estuvieran ayer diez muchachos en Mataró revela el grado de civilización y madurez a que se ha llegado en Catalunya. El resto, la mayoría, el 90% de las personas que hemos nacido y vivimos en esta comunidad, sencillamente pasamos del PP. No abandonamos nuestras obligaciones para recordar a Acebes, Rajoy y compañia, a qué conduce su campaña de odio visceral. Aunque el cuerpo lo pida no vale la pena. Pero tengan ustedes muy claro que en nuestra mente los pitidos suenan y las cacerolas repican con la misma intensidad que si hubieramos estado ante la puerta del hotel Ciutat de Mataró. Simplemente, esperamos a hacer efectiva nuestra protesta en las urnas.

Aun así, que no me toquen demasiado los huevos o soy capaz de arcercarme con mi guitarra al próximo acto de estos tipos e interprretarles, así en frío, una selección de las delicadas piezas que componen mi repertorio.

Crueldad pura, se lo juro.

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