jueves, 8 de junio de 2006

El derecho de un niño a ser feliz

Un niño de 6 años, en estado de coma profundo en Palma por presuntos malos tratos de sus padres. La criatura fue adoptada de un pais del Este cuando contaba dos años.

Leo esto en el momento en que mi hija, tambien adoptada y tambien de 6 años, pasa unos días fuera de casa, de colonias.

Así que entenderán que no sea neutral ante una noticia como ésta.

No voy a entrar en detalles sobre la brutalidad de maltratar a un niño. Eso solo puede llevarlo a cabo un enfermo, ya sea psíquico o, a buen seguro, moral. Ese acto no distingue hijos biológicos o adoptados.

Pienso en el pobre niño. Y en los sicólogos, asistentes sociales y funcionarios que firmaron la idoneidad de sus padres como familia adoptante. Debería caérseles el pelo.

Todo niño tiene derecho a una familia y a ser feliz. En la mayoría de los casos esto es imposible de llevar a la práctica. Cada uno tiene los padres que tiene e imponderables tan poco controlables como el entorno o mero el lugar de nacimiento te marcan la vida desde el momento en que naces.

En el tema de la adopción, sin embargo, la sociedad sí puede controlar algunas de esas variables y es su obligación hacerlo para que el niño reciba a unos padres con todas las garantías. Aquí no valen fallos.

Asegurar los derechos del niño es lo único que de verdad importa en esta operación. Es a él a quien hay que salvaguardar el derecho, al que muchos jamás accederám, de tener una familia. Los padres bastante compensados estamos ya con el privilegio de disfrutar de su cariño y compañía.

¡Dios, qué ganas tengo de que llegue mañana!.

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