¿Entienden ahora lo que les decía en el artículo anterior sobre lo gilipolllas de dejarse la piel por puro gusto?
Y que nadie le eche la culpa al toro por la suerte del torero. El pobre animalito solo se defendió -en este caso con muy buen acierto, falló por poco- ante Tomas y el resto de su banda de matarifes, cuando su instinto evidenció que el único interés de esa pandilla de asesinos era torturarlo y darle muerte. Claro que mentras algunos sigan viendo en esto arte...
Con todos mis respetos para el toro. Lástima que a diferencia de José Tomás, quien llevó hasta los últimos extremos la posiblidad de inmolarse en la misma plaza, el mismo día y a la misma hora en que murió Manolete 60 años antes, el bravo animal no tendrá una segunda oportunidad para rematar la faena.
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