Apreciado
PasqualAunque los lectores –alguno tengo, no creas- saben que jamás me caso con personas o siglas concretas, hoy haré una excepción contigo.
Y es que en ti o en tu personaje –toda persona pública acaba creando uno- se encarnan muchos de los valores que estimo en un político. Cualidades que te han forjado esa fama de “rara avis” que, por más que escandalizara a muchos, tanto valoro en ti.
Quizá es pura identificación. Sin pretender ponerme a la altura, reconozco que tambien soy mucho mejor estratega que gestor, que tengo una tendencia apenas controlable al caos y que, como tú, cuando toca enfrentar la ortodoxia, lo políticamente correcto o incluso lo útil con lo que realmente pienso, nunca dudo.
Ser un soñador debería considerarse una cualidad y no un pecado, sobre todo cuando tras el visionario se esconde una inteligencia como la tuya. Pero sabes tan bien como yo que vivimos en un mundo dominado por gestores, en el que esos hombrecillos grises que tan a pecho se toman su trabajo, tienen siempre la sartén por el mango. Y que quien no se amolda a su triste disciplina acaba siendo apartado de la grey. Eso sí, aunque luego se venguen,
el placer de evidenciar su mediocridad casi compensa.
Ahora te ha salido un rival mucho más duro de roer,
Pasqual. Se llama
Alzheimer.
Siguiendo tus deseos, lo denominaré Eisenhower aunque me hubiera gustado bautizarlo como
Joan,
Puig o
Francesc. Y es que, como dijo aquel al que tú coronaste de espinas, cualquier vallisoletano de derechas es capaz de decir
“eisenjauer”, pero lo de
Joan… se le olvida, claro.
Deseo de todo corazón que derrotes a
Eisenhower, o que logres mantenerlo a raya en lo posible. Eso sí, si no lo consigues, espero que la pérdida de memoria sea al menos selectiva. Que empieces olvidando a
Montilla, a
Ibarra, a
Chaves, al
PP en su conjunto, al propio
Zapatero… mientras retienes las muchas cosas buenas de tu vida.
Me despido,
Pasqual, ahora preocúpate sólo por tu familia. Ellos son los que padecerán a
Eisenhower si el general lanza una ofensiva. Tú apenas lo notarás. Es más, quizá te sientas más libre, más feliz. Y no descarto que, con la excusa de
Ike, nos cueles de tanto en tanto alguna maragallada. Total, con decir despues que no te acuerdas de nada... ¡Lo que te vas a reir!
Una abraçada per a tu i els teus. I sobre tot: Canya a
Eisenhower!