martes, 9 de enero de 2007

Ana María Ríos, la turista encarcelada en México que movilizó a la opinión pública hace unos meses, ofrece un retrato “desnudo” de aquellos días en Interviú

anamari.jpgLlámenlo intuición, o cierto conocimiento sobre el género humano, pero el día que ví a esta muchacha en los telediarios tras abandonar México, le dije a mi mujer: “Esta acaba en el Tomate y o en Gran Hermano. Y si no, al tiempo”.

Por lo visto, Ana María ni canta, ni baila, cosa que agradecemos en sobremanera. Sin embargo, no ha dudado en usar de sus atributos para sumarse al filón del famoseo basura. No sabemos si se ofreció o la sedujeron, pero me parecería muy raro que la invitación a posar en cueros naciera de una entrevista periodística. Imaginen:
- ¿Cómo lo pasaste en México?
- Fatal
- ¿Contenta de estar en España?
- Claro
- Esto… ¿Te apetece enseñar el chichi en nuestra revista?
- Pos fale.
Entiéndanme, cada uno es libre de usar su cuerpo como le venga en gana, no seré yo el que se queje. Y todos, digamos lo que digamos, tenemos un precio –el mío tan siquiera creo que sea de los más altos-. Pero lo que me asombra es esta nueva moral, acuñada en esos programas de televisión en los que cualquier anormal puede alcanzar la fama, y que al parecer sirven de modelo a muchos jóvenes.

Todo sirve para sacarse unos duros, hasta las desgracias propias. Verán, esta señorita movilizó a cónsules, embajadores y buena parte de la sociedad española porque su problema nos pareció serio en su día.

Pues bien, a partir de ahora, que tenga claro Ana María que las posibles andanzas con su marido, su cuñada o la banda de gaiteros de su pueblo me importan una puta mierda. Como ella, para qué engañarnos.

10 comentarios:

  1. No se, no se. El problema que tuvo fue serio, para que engañarnos. Y al menos nos ha alegrado la vista un rato. Y para mi, que lo uno no quita lo otro, digo.

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  2. Si la moraleja fuera "toma el dinero y corre" pues en paz, como bien dices, nos quedamos con su grata imagen y eso es lo que se gana. Hasta yo soy capaz de lucir mis pencas por un buen fajo de euros, aunque dudo mucho que nadie llegue a pagar por tan horrible espectáculo.
    El problema de esta gente -generalizo, no me atrevo a personalizarlo en la figura de Ana María, por más reservas que tenga- es que de aquí a cuatro días, a medida que se agote el fiñon, atacará con nuevas armas. Y lo jodido es que al final acaban pidiendo respetabilidad e intimidad... para quien no pague, claro.

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  3. ¿A cuánto está el kilo de intimidad?

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  4. El kilo de intimidad oscila según tu cotización en el mercado. El de esta mujer, temo que irá a la baja

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  5. Oigan, que está como un queso para untar pan, no pongan muchas pegas, que tal y como está el panoramaa rosa lo mismo vemos a la zaldivar en pelotas para pagar las fianzas.

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  6. Reconozco que ahí tienes razón, Javier. Esta mujer al menos tiene algo que mostrar, que otros ni eso y siguen viviendo del cuento.

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  7. Si no recuerdo mal esta mujer trabaja en una peluquería en Galicia. Creo que voy a aprovechar una próxima visita a esas tierras para cortarme el pelo. Hasta el momento, aguantaré con mi melena.

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  8. Oiga D. Bernardo: ¿se acuerda de lo que le dije hace unos meses?

    Pues ya está usted dándome la razón.

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  9. me voy a meter en una conversacion de hombres... uy, uy, uy.... entiendo que os regale la vista la jovenzuela. Problablemente es mi envidia cochina de no poder tener las 2 mismas buenas razones que ella para exhibirme y que encima me paguen por ello, pero como mujer, me toca las narices que caigamos siempre en lo mismo. Actitudes como esta nos degradan a todas las de su mismo género. Amén.

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  10. Oiga, Tata
    Que aquí no hay conversacioones de hombres. Esta página apuesta por la paridad -y no me refiero sólo a las domingas de Ana María- y cuantas más amigas la visiten mejor.
    Saludos

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