miércoles, 20 de diciembre de 2006

Violencia escolar

Antes los niños nos pegábamos. En el colegio y fuera de las aulas. En rencillas individuales o colectivas, uno contra todos (mierda para todos) todos contra uno (mierda para cada uno) clase contra clase o calle contra calle. No recuerdo uno solo de mis amigos de infancia con quien no me haya dado de leches alguna vez.

De aquellos tiempos retengo tres imágenes.

Una de ellas me transporta a unas galerías comerciales abandonadas, que ejercían como improvisado ring para dirimir disputas en cuanto acababan las clases. La estampa, una foto en blanco y negro con grano grueso, muestra a decenas de chavales conformando un amplio círculo en cuyo interior los contendientes luchan por defender su orgullo ante el resto de mirones.

Otra imagen me devuelve a mi Calle, esa calle primordial en la que pasé mi infancia. Un muchacho me estaba zurrando de lo lindo y mi madre, que andaba haciendo la compra, nos vio. ¡Qué hostia se llevó el pobre crío y qué vergüenza pasé yo! ¡Qué descrédito!

Por último, recuerdo a un chaval sangrando con profusión a través de una brecha abierta junto a su ojo derecho, como consecuencia del golpe infortunado que le propiné. La cara teñida de rojo y gritos de puro miedo. Horrorizado, en aquel momento supe que ya no éramos críos y que el juego de las peleas había acabado.

¿builling? No me vengan con pamplinas. Hoy recuerdo con nostalgia aquellos años y no cambiaría nada de lo que viví, ni una sola aquellas inocentes –hoy lo sé- hostias recibidas. Solo pido disculpas por las pocas que arreé.

Pues bien, cuando leo ahora las últimas noticias sobre violencia escolar, crean que me estremezco ante el mero pensamiento de que alguien, aunque sea un mocoso de 6 años, pueda hacerle cualquier mal a mi pequeña.

Y es que el ser humano se fabrica a sí mismo en base a sus contradicciones.

3 comentarios:

  1. Ah... Que tiempos aquellos de inocente impunidad. Ahora por menos de dos hostias acabas en guantánamo o en la fiscalía de menores.

    ¿Sabes una gran diferencia entre esos tiempos y ahora? Que antes había calle. Ahora es un gran aparcamiento. Ya no hay calle. Todo está prediseñado: los niños al parque, jugar al futbol no se puede salvo en los polideportivos, etc, etc. La calle dejó de ser escenario de aventuras y descubrimiento y socialización para convertirse en algo inhóspito que te expulsa y te rechaza.

    Y aparte de que haya más sensibilidad que antaño hacia el maltrato infantil, creo que el problema está en descubrir cual es el límite. Antes tu padre, ante un ojo morado o un descalabro sangrante reaccionaba diciéndote: espabila. Ahora vamos directamente al juzgado de guardia.

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  2. aparte de estar de acuerdo en todo con Javier yo digo que antes te dabas de hostias con alguien y al poco tiempo amigos y si te tomaba mania un grupito tu siempre tenias el tuyo para apoyarte,ahora no,ahoro hasta que no los matan por dentro no paran y las victimas siempre estan solas.
    antes solo era cuestion de guerras trivales en el descanpado de turno apedreandonos y apaleandonos pero ahora son como una banda mafiosa acosando y pegando a un deudor hasta el fin de los dias o de su vida,en algunos casos.
    bon nadal

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  3. Estoy de acuerdo. Falta la calle como microcosmos de aprendizaje y además ha cambiado mucho el tipo de violencia. En una sociedad que cada vez nos aboca más a comportamientos homogéneos se ataca sobre todo al diferente, al desprotegido, al que se supone marginado, a la presa fácil. Creo que el número de plelas ha disminuído, al tiempo que se ha acrecentado en nivel de crueldad de las mismas.

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