lunes, 29 de mayo de 2006

Sexo, fúlbol y cerveza

40.000 prostitutas se desplazarán a Alemania para atender las demandas sexuales del público asistente al Mundial de Futbol.

Hace unos días, paseando por un hipermercado, observé la cantidad de objetos de merchandising sobre el mundial que hacían referencia a la cerveza. Copas de varios tipos, vasos de plástico, platos y servilletas desechables, lucían con un anagrama cuyo protagonista era el líquido ambarino.

En su momento pensé que esos iconos daban buena cuenta del público objetivo de ese acontecimiento. Pues bien, la siguiente información acaba de redondear el perfil del prototipo de visitante. Borrachuzo y putero, consumidor de un sexo de pago -si la cerverza permite que se le empine, claro- tan desechable como las servilletas o los vasos de plástico que vi en el comercio. Con una diferencia fundamental. Los artículos de alquiler son seres humanos, mujeres llevadas a la fuerza en muchos casos para enriquecer a otros, mientras deben padecer la baba de los grasientos que las monten y, a buen seguro, las iras de hoolligans cabreados ante la incomprensible pérdida de su equipo.

Meintras el hombre tenga ese concepto de la mujer vamos apañados. Y no crean que esta obtusa visión se limita a futboleros iletrados. Durante el último congreso de la telefonía 3G celebrado en Barcelona, la demanda de prostitutas creció en tal medida que hubo que importarlas de otras partes de España. Las mafias tuvieron que apañárselas para traer en autocares mercancía humana suficiente para satisfacer los apetitos de respetables presidentes de multinacionales, eminentes científicos, éprobos profesores de universidad y un amplio abanico de profesionales de las Nuevas Tecnologías.

Desde el Siglo de las Luces queremos dar un consejo a todas las mujeres cuyos maridos han manifestado su interés por acudir al Mundial con sus amigotes.

Déjenlos marchar.

No se preocupen por los cuernos que puedan ponerles. Es posible que ni logren acabar con éxito sus empresas sexuales -lo dicho de la cerveza- y existe la posibilidad de que acaben ahostiados en cualguier callejón de Hamburgo o Berlín a manos de algún proxeneta listo.

Aprovechen la ocasión para hacer que sean ellos quienes luzcan una aparatosa osamenta. Aunque parezca raro, aun quedan muchos hombres que prefieren la compañía femenina a una final de Copa y, cuando encuentren alguno, podrán disfrutar engañando a su marido a través de una relación consentida, amistosa y, sobre todo, sin necesidad de prostituir a nadie.

Eso sí, no pierdan el tiempo. Dudo que lleguemos a cuartos de final.

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