lunes, 6 de febrero de 2006

RUBIANES Y LA ISLAMOFOBIA

El Reino de los Ayatolas y el derecho a ser irreverente rubianes.1.jpg

Cada vez es más difícil expresarse sin tapujos.

Cualquiera que conozca un poco la trayectoria de Pepe Rubianes, sabe perfectamente qué quiso y qué no quiso decir el actor en sus polémicas declaraciones. Hombre sin pelos en la lengua, políticamente incorrecto, su verbo carga contra un concepto de España que le remueve las vísceras con la misma contundencia que usa al referirse a otro concepto de Catalunya que tambien le infla los huevos, por usar su misma terminología.

Claro que expresarse de forma tan locuaz subleva a los Ayatolas, a los ulemas de la fe.

Este asunto, sin apenas salvar distancias, me recuerda mucho a la polémica qucari2.jpge se ha suscitado estos días a partir de la publicación de las caricaturas de Mahoma.

Y es que cada vez cuesta más ser irreverente.

No nos engañemos, hay conceptos como el de patria o religión, que se han erigido como verdaderos tabús. Su simple cuestionamiento suscita iras, aviva rencores y predispone al odio contra el hereje.

Hay que decir en favor de los Ayatolas ibéricos, como el ínclito Jiménez Losantos y toda su cohorte, que a diferencia de sus colegas musulmanes, los nuestros no han amenazado de muerte a nadie, ni han tomado por asalto ninguna casa de Catalunya. Se limitan a mentir e intoxicar con el deliberado objetivo de inocular odios en oídos poco informados o ya predispuestos a su mensaje. Se amparan en supuestas conjuras y conspiraciones, lloran la ruptura de un país que, aunque no lo saben, les viene grande, y se sienten aladides de una supuesta cruzada de liberación. Lo peor de todo es que han perdido el sentido del humor.

Pero no son terroristas.

Son ciudadanos occidentales que habitan en una democracia avanzada y expresan sus deseos en las urnas. Eso sí, no aceptan los resultados de las elecciones si no ganan ellos, pero tampoco la emprenden a tiros. Claro que, visto lo visto, más le vale a Pepe Rubianes que se lo piense mucho antes de salir de gira. La imagen que se reproduce a la derecha está extraída de la portada de Minuto Digital.
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Algo une a estos Copeayatollas y a sus socías islamistas. Un gusto común por el dogma de fe, un desprecio absoluto por el librepensamiento y un deseo poco reprimido de devolver a Occidente al Medievo. Labor de todos es que no lo logren. El derecho a no comulgar, a ser irreverente, es demasiado precioso para que lo entreguemos a una horda de fanáticos.

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